La relación entre la grasa corporal y las enfermedades cardíacas ha sido ampliamente estudiada. Durante mucho tiempo se ha creído que el exceso de peso, medido a través del índice de masa corporal (IMC), es un factor determinante para el riesgo cardiovascular. Sin embargo, un nuevo estudio ha revelado un detalle alarmante: no toda la grasa es igual ni se comporta de la misma manera en el cuerpo.
En particular, la grasa intermuscular, que se acumula discretamente dentro de los músculos, ha demostrado ser un factor de riesgo significativo para enfermedades cardíacas graves, como infartos y fallos cardíacos, independientemente del peso corporal total o del IMC de una persona. Es decir, incluso quienes parecen estar en un peso saludable podrían estar en riesgo si albergan grasa en sus músculos.
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¿Qué es la grasa intermuscular y cómo afecta a la salud?
La grasa intermuscular es un tipo de tejido adiposo que se almacena entre las fibras musculares. A diferencia de la grasa subcutánea, que se encuentra justo debajo de la piel, o la grasa visceral, que rodea los órganos internos, la grasa intermuscular se acumula discretamente dentro de los músculos. Este tipo de grasa es altamente valorada en la industria alimentaria por aportar sabor y textura a cortes de carne como el wagyu, pero su presencia en el cuerpo humano puede tener serias implicaciones para la salud.
¿En qué se diferencia de otros tipos de grasa?
Mientras que la grasa subcutánea suele ser visible y fácil de identificar, la grasa intermuscular es mucho más difícil de detectar sin técnicas de imagen avanzada, como las tomografías computarizadas (CT) o la tomografía por emisión de positrones (PET). Además, a diferencia de la grasa visceral, que se asocia con el síndrome metabólico y un mayor riesgo de diabetes tipo 2, la grasa intermuscular afecta directamente a los músculos, influyendo en su funcionamiento y en el metabolismo general del cuerpo.
¿Por qué es peligrosa para el corazón?
La acumulación de grasa intermuscular puede contribuir a la inflamación crónica y a la resistencia a la insulina, factores que están estrechamente vinculados al desarrollo de enfermedades cardíacas. Según la Dra. Viviany Taqueti, líder del estudio, este tipo de grasa podría alterar el metabolismo de la glucosa y desencadenar una respuesta inflamatoria que afecta a los pequeños vasos sanguíneos del corazón, un problema conocido como disfunción microvascular coronaria (CMD).
Esta disfunción microvascular no solo perjudica el flujo sanguíneo al músculo cardíaco, sino que también aumenta significativamente el riesgo de sufrir insuficiencia cardíaca, ataques al corazón e incluso la muerte. El estudio encontró que por cada aumento del 1% en la fracción de grasa intermuscular, el riesgo de CMD aumentaba en un 2% y el riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca grave se incrementaba en un 7%, independientemente de otros factores de riesgo conocidos o del índice de masa corporal.
¿Quiénes están en mayor riesgo?
Aunque la grasa intermuscular puede acumularse en cualquier persona, el estudio mostró que algunas poblaciones pueden estar en mayor riesgo. En particular, las mujeres parecen ser más propensas a almacenar este tipo de grasa, especialmente aquellas con un índice de masa corporal alto, lo que desafía la noción de que un IMC elevado es menos perjudicial en mujeres que en hombres.
Además, aquellas personas con una menor masa muscular magra también presentaron un mayor riesgo de complicaciones cardíacas relacionadas con la grasa intermuscular. Esto sugiere que no solo el exceso de grasa, sino también la falta de músculo magro, puede influir en la salud cardiovascular.
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Estudio sobre grasa intermuscular y enfermedades cardíacas
El innovador estudio, liderado por la Dra. Viviany Taqueti, Directora del Laboratorio de Estrés Cardíaco en el Brigham and Women’s Hospital y profesora en la Facultad de Medicina de Harvard, ha revelado información alarmante sobre cómo la grasa intermuscular influye en la salud cardiovascular. Esta investigación es la primera en analizar de manera exhaustiva el impacto de este tipo de grasa en el riesgo de enfermedades cardíacas.
El estudio se llevó a cabo con 669 participantes que fueron evaluados en el Brigham and Women’s Hospital debido a síntomas de dolor en el pecho o dificultad para respirar, aunque no presentaban obstrucción en las arterias coronarias. La muestra tenía una media de edad de 63 años, y el 70% de los participantes eran mujeres, mientras que el 46% pertenecía a grupos étnicos no blancos. Este enfoque permitió examinar cómo la grasa intermuscular afecta a una población diversa y predominantemente femenina, desafiando la idea de que el índice de masa corporal (IMC) es un indicador adecuado para evaluar el riesgo cardiovascular en todos los grupos.
Métodos de evaluación
Para medir la cantidad de grasa intermuscular, se utilizaron técnicas avanzadas de imagen como PET/CT (tomografía por emisión de positrones/tomografía computarizada). Estas herramientas permitieron a los investigadores analizar la composición corporal de los participantes, evaluando no solo la cantidad de grasa, sino también su ubicación precisa en el cuerpo, incluyendo la grasa almacenada en los músculos.
Para calcular el nivel de grasa en los músculos, los investigadores utilizaron una métrica llamada «fracción de músculo graso», que representa la proporción de grasa intermuscular en relación con la suma total de músculo y grasa en una sección específica del torso. Este enfoque detallado permitió una evaluación mucho más precisa del impacto de la grasa intermuscular en la salud cardíaca.
Resultados principales
El seguimiento de los participantes se extendió a lo largo de seis años, durante los cuales se registraron eventos como hospitalizaciones por ataques cardíacos, insuficiencia cardíaca y fallecimientos. Los resultados revelaron que:
- Cada aumento del 1% en la fracción de músculo graso estaba asociado con un 2% de aumento en el riesgo de disfunción microvascular coronaria (CMD) y un 7% de incremento en el riesgo de enfermedades cardíacas graves, independientemente del IMC o de otros factores de riesgo tradicionales.
- Las personas con niveles altos de grasa intermuscular y evidencia de CMD tenían un riesgo especialmente alto de muerte, ataque cardíaco e insuficiencia cardíaca.
- En contraste, aquellos con mayor cantidad de masa muscular magra presentaron un menor riesgo de enfermedades cardíacas, lo que subraya la importancia de mantener un músculo saludable y fuerte.
Implicaciones del estudio
Según la Dra. Taqueti, estos hallazgos indican que la grasa intermuscular podría estar contribuyendo a la inflamación crónica y a la resistencia a la insulina, factores que pueden dañar los vasos sanguíneos del corazón y aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Además, sugiere que el IMC no es un marcador suficiente para evaluar el riesgo cardíaco, ya que no refleja la distribución de la grasa en el cuerpo.
Estos resultados también abren nuevas preguntas sobre cómo las terapias emergentes para la pérdida de peso, incluidos los agonistas del receptor de GLP-1, afectan a la grasa intermuscular en comparación con otros tipos de grasa corporal. Actualmente, el equipo de la Dra. Taqueti está investigando el impacto de diferentes intervenciones, como el ejercicio, la nutrición y los tratamientos farmacológicos, en la reducción de grasa intermuscular y la mejora de la salud cardíaca.
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¿Por qué el índice de masa corporal no es suficiente para evaluar el riesgo cardíaco?
El índice de masa corporal (IMC) ha sido durante mucho tiempo la métrica más utilizada para evaluar el estado de peso y predecir riesgos para la salud, incluidos los problemas cardíacos. Sin embargo, este estudio reciente sobre la grasa intermuscular revela una verdad incómoda: el IMC, aunque útil, no es suficiente para evaluar el riesgo de enfermedades cardíacas.
Limitaciones del IMC como indicador de salud cardiovascular
El IMC se calcula dividiendo el peso de una persona (en kilogramos) por el cuadrado de su altura (en metros). Aunque es una forma rápida y sencilla de clasificar a las personas como bajo peso, peso normal, sobrepeso u obesidad, tiene importantes limitaciones:
- No diferencia entre grasa y músculo. El IMC no distingue entre masa muscular magra y grasa corporal. Esto significa que dos personas con el mismo IMC pueden tener composiciones corporales completamente diferentes y, por lo tanto, diferentes riesgos de enfermedad cardíaca.
- No identifica la distribución de la grasa. La ubicación de la grasa en el cuerpo es crucial para determinar el riesgo cardiovascular. La grasa visceral (alrededor de los órganos) y la grasa intermuscular (dentro de los músculos) son mucho más peligrosas que la grasa subcutánea (bajo la piel), pero el IMC no puede diferenciar entre ellas.
- Es menos preciso en mujeres y personas mayores. La masa muscular tiende a disminuir con la edad y las mujeres suelen tener una mayor proporción de grasa corporal saludable que los hombres. Esto puede dar lugar a falsas interpretaciones del riesgo cardíaco en estos grupos poblacionales.
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El papel de la grasa intermuscular
Este estudio demuestra que la grasa intermuscular puede aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas independientemente del IMC. De hecho, algunas personas con un IMC considerado saludable pueden tener niveles elevados de grasa intermuscular, lo que las pone en un alto riesgo de disfunción microvascular coronaria (CMD) y otros problemas cardíacos graves.
Por ejemplo, una persona con un IMC de 22 (considerado normal) pero con una alta fracción de músculo graso podría estar en mayor riesgo de insuficiencia cardíaca que otra persona con un IMC de 28 (sobrepeso) pero con una alta masa muscular magra.
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Diferencias en la distribución de grasa en hombres y mujeres
El estudio también destaca que las mujeres tienden a tener más grasa intermuscular en comparación con los hombres, lo que podría explicar por qué las enfermedades cardíacas a menudo se diagnostican más tarde en mujeres, o se subestiman sus riesgos. Tradicionalmente, se ha considerado que un IMC elevado en mujeres es menos peligroso debido a la distribución de grasa subcutánea, pero este hallazgo sugiere que la grasa intermuscular podría estar pasando desapercibida como factor de riesgo.
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Un enfoque más completo: evaluación de la composición corporal
Para obtener una imagen más precisa del riesgo cardiovascular, es necesario ir más allá del IMC y analizar la composición corporal. Esto implica medir no solo el peso y la altura, sino también la cantidad y distribución de:
- Grasa visceral: alrededor de los órganos, asociada con síndrome metabólico.
- Grasa intermuscular: dentro de los músculos, vinculada a disfunción microvascular.
- Masa muscular magra: que puede proteger contra enfermedades cardíacas.
Herramientas avanzadas como PET/CT y análisis de composición corporal pueden proporcionar una evaluación más precisa, permitiendo una detección temprana de riesgos en personas que, según su IMC, podrían ser consideradas saludables.
¿Qué se puede hacer?
La Dra. Taqueti sugiere que los médicos y profesionales de la salud comiencen a incorporar pruebas de composición corporal en las evaluaciones de riesgo cardíaco, especialmente en mujeres y personas mayores. Además, enfatiza la importancia de adoptar estrategias de prevención personalizadas, enfocadas no solo en perder peso, sino en reducir específicamente la grasa intermuscular y aumentar la masa muscular magra.
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Consecuencias de tener grasa intermuscular
La grasa intermuscular no solo es un marcador oculto de riesgo cardiovascular, sino que también tiene consecuencias directas y peligrosas para la salud del corazón. A diferencia de la grasa subcutánea, que se almacena bajo la piel, o la grasa visceral, que rodea los órganos, la grasa intermuscular se encuentra dentro de los músculos, lo que afecta su funcionamiento y contribuye a una serie de problemas metabólicos y cardíacos.
Mayor riesgo de disfunción microvascular coronaria (CMD)
Uno de los hallazgos más alarmantes del estudio liderado por la Dra. Viviany Taqueti es que la grasa intermuscular aumenta significativamente el riesgo de disfunción microvascular coronaria (CMD). La CMD es un trastorno que afecta a los vasos sanguíneos pequeños del corazón, dificultando el flujo de sangre al músculo cardíaco y aumentando el riesgo de:
- Insuficiencia cardíaca: la falta de flujo sanguíneo adecuado puede debilitar el corazón, dificultando su capacidad para bombear sangre de manera eficiente.
- Angina microvascular: dolor en el pecho causado por el mal funcionamiento de los pequeños vasos sanguíneos, a menudo mal diagnosticado como ansiedad o estrés.
- Ataques cardíacos silentes: eventos cardíacos sin síntomas evidentes, pero que pueden causar daño duradero al corazón.
El estudio reveló que por cada aumento del 1% en la fracción de músculo graso, el riesgo de CMD aumentaba en un 2%, independientemente del IMC u otros factores de riesgo conocidos. Esto sugiere que las personas con grasa intermuscular elevada podrían experimentar problemas cardíacos graves, incluso si tienen un peso aparentemente saludable.
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Incremento del riesgo de insuficiencia cardíaca, infarto y muerte
Además de la CMD, la grasa intermuscular también está relacionada con un mayor riesgo de insuficiencia cardíaca, ataques al corazón y muerte. Durante el seguimiento de seis años, el estudio encontró que:
- Las personas con altos niveles de grasa intermuscular eran más propensas a ser hospitalizadas por insuficiencia cardíaca o infartos.
- Aquellos con CMD y altos niveles de grasa intermuscular tenían un riesgo particularmente alto de muerte por enfermedades cardíacas.
- En contraste, las personas con mayor masa muscular magra presentaban un menor riesgo de enfermedades cardíacas, lo que sugiere que el músculo magro protege al corazón.
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Inflamación crónica y resistencia a la insulina
La grasa intermuscular no solo afecta el funcionamiento del músculo cardíaco, sino que también puede desencadenar una inflamación crónica y alterar el metabolismo de la glucosa, lo que lleva a la resistencia a la insulina y al síndrome metabólico. Esto puede desencadenar una cascada de problemas de salud, incluyendo:
- Diabetes tipo 2: la resistencia a la insulina afecta la capacidad del cuerpo para regular el azúcar en sangre.
- Aterosclerosis acelerada: la inflamación crónica daña las arterias, aumentando la acumulación de placa y el riesgo de enfermedad coronaria.
- Deterioro del funcionamiento muscular: la grasa intermuscular interfiere con la contracción muscular, afectando la fuerza y la movilidad.
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Comparación con otros tipos de grasa: ¿Por qué es más peligrosa?
Aunque la grasa subcutánea (debajo de la piel) y la grasa visceral (alrededor de los órganos) también pueden ser peligrosas, la grasa intermuscular parece tener un impacto más directo y perjudicial en la salud cardiovascular. Esto se debe a varias razones:
- Inflamación localizada: la grasa intermuscular libera citoquinas inflamatorias directamente en el tejido muscular y cerca de los vasos sanguíneos, aumentando el daño vascular.
- Alteración del metabolismo muscular: a diferencia de la grasa subcutánea, la grasa intermuscular afecta el metabolismo energético de los músculos, reduciendo su capacidad para procesar glucosa de manera eficiente.
- Impacto en la función microvascular: la ubicación dentro de los músculos permite que esta grasa dañe los vasos sanguíneos pequeños que suministran oxígeno y nutrientes al corazón.
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Riesgo específico en mujeres y personas mayores
El estudio también revela que las mujeres y las personas mayores pueden estar en mayor riesgo de enfermedades cardíacas relacionadas con la grasa intermuscular. Esto se debe a que:
- Las mujeres tienden a acumular más grasa intermuscular que los hombres, especialmente después de la menopausia, debido a cambios hormonales que alteran la distribución de la grasa corporal.
- Las personas mayores experimentan una pérdida de masa muscular magra con la edad, lo que aumenta la proporción de grasa intermuscular, debilitando los músculos y el sistema cardiovascular.
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¿Se puede revertir el daño?
Actualmente, la Dra. Taqueti y su equipo están investigando si es posible reducir la grasa intermuscular y mejorar la salud cardíaca a través de ejercicio, nutrición adecuada y nuevas terapias farmacológicas, incluidas las terapias con agonistas de GLP-1. Sin embargo, todavía no está claro si estas intervenciones pueden revertir el daño causado por años de acumulación de grasa intermuscular.
El estudio fue publicado el 20 de enero de 2025 en el European Heart Journal.
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