Las lesiones del manguito rotador son daños en el conjunto de músculos y tendones que estabilizan la articulación del hombro, manifestándose principalmente con dolor (especialmente nocturno y al levantar el brazo), debilidad y dificultad para realizar movimientos cotidianos. Estas lesiones pueden producirse por desgaste relacionado con la edad, movimientos repetitivos o traumatismos agudos.
Representan la tercera causa de dolor musculoesquelético e incapacidad después del dolor lumbar y de rodilla, afectando principalmente a personas mayores de 40 años. El supraespinoso es el tendón más vulnerable debido a su ubicación anatómica y vascularización limitada. Aunque muchas personas desarrollan desgarros con la edad, no todas las lesiones causan dolor, ya que el cuerpo desarrolla mecanismos de compensación que permiten mantener cierta funcionalidad. Comprender los síntomas, causas y tipos de estas lesiones te ayudará a identificar cuándo necesitas atención médica y cómo proteger la salud de tus hombros.
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¿Qué es el manguito rotador y por qué se lesiona?
El manguito rotador es el conjunto de cuatro músculos y tendones que rodean la articulación del hombro, manteniendo la cabeza del húmero centrada en la cavidad glenoidea de la escápula y permitiendo una amplia gama de movimientos. Su función principal es actuar como estabilizador dinámico de la articulación, garantizando que puedas mover el brazo en todas las direcciones sin que el hueso se salga de su posición. Esta doble función de movilidad y estabilidad hace que el manguito rotador sea fundamental para la funcionalidad del brazo.
Los cuatro músculos que forman el manguito rotador
Cada uno de estos músculos tiene una función específica y trabajan de forma coordinada.
- El supraespinoso se encarga de iniciar la separación del brazo del cuerpo, realizando los primeros 15 a 20 grados de elevación lateral, y es el más vulnerable a lesiones debido a su ubicación en un espacio muy estrecho.
- El infraespinoso ejecuta la rotación externa del brazo, ese movimiento que haces cuando abres una puerta o te rascas la espalda.
- El redondo menor contribuye también a la rotación externa y ayuda en la abducción del hombro, proporcionando estabilidad posterior.
- Por último, el subescapular realiza la rotación interna del húmero, ese movimiento al rascarte la zona lumbar o meter la mano en el bolsillo trasero.
Estos músculos trabajan coordinadamente para estabilizar y movilizar el hombro. Cuando uno se lesiona o debilita, los demás compensan, generando sobrecargas que empeoran la situación.
Por qué esta zona es tan vulnerable a las lesiones
El manguito rotador presenta características anatómicas que lo hacen especialmente susceptible al daño. Los tendones pasan por un espacio reducido entre el acromion y la cabeza del húmero, conocido como espacio subacromial, facilitando el roce y la irritación constante cada vez que elevas el brazo. Además, existe una «zona crítica» en el tendón del supraespinoso que recibe muy poca irrigación sanguínea, dificultando la regeneración del tejido cuando sufre microlesiones.
Algunas personas nacen con un acromion en forma de gancho que reduce aún más el espacio disponible para los tendones, predisponiendo al pinzamiento desde edades tempranas. A esto se suma el desgaste acumulativo. Debido a esto, cada movimiento repetitivo por encima de la cabeza, cada noche durmiendo sobre el mismo hombro, suma pequeños daños que con el tiempo comprometen la integridad de los tendones sin causar síntomas evidentes hasta que un movimiento aparentemente inocente desencadena el dolor.
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Síntomas de las lesiones del manguito rotador: cuándo preocuparse
Los síntomas característicos incluyen dolor profundo en el hombro que puede irradiarse hacia el brazo, debilidad progresiva para levantar o rotar el brazo, y reducción del rango de movimiento. El dolor nocturno intenso, especialmente al dormir sobre el lado afectado, es uno de los signos más reveladores de estas lesiones. La sintomatología puede desarrollarse gradualmente o aparecer de forma aguda según el mecanismo de lesión.
Es importante saber que no todos los desgarros del manguito rotador son sintomáticos, y el dolor no siempre es proporcional al tamaño de la lesión. Muchas personas conviven con roturas pequeñas sin experimentar molestias, mientras que otras sufren dolor intenso con lesiones menores.
Dolor nocturno: el síntoma más revelador
El dolor suele intensificarse por la noche, llegando a interrumpir el sueño de forma recurrente. Dormir sobre el lado afectado resulta especialmente molesto, obligando a muchas personas a cambiar constantemente de postura en busca de alivio. Este dolor nocturno diferencia las lesiones del manguito rotador de otras patologías del hombro y se debe a la reducción del flujo sanguíneo en reposo y a la compresión de las estructuras inflamadas.
Durante el día, el dolor puede ser más tolerable y aparecer solo con movimientos específicos, como alcanzar objetos en estantes altos o girar el volante del coche. Esta variación entre el dolor diurno y nocturno es tan característica que muchos especialistas la consideran un indicador clave para el diagnóstico inicial.
Debilidad y limitación de movimientos
La debilidad progresiva dificulta actividades cotidianas como peinarse, rascarse la espalda, vestirse o alcanzar objetos en estantes altos. Esta pérdida de fuerza no aparece de golpe en lesiones crónicas, sino que se desarrolla gradualmente, haciendo que cada vez te resulte más complicado levantar el brazo por encima de la cabeza o mantener objetos con el brazo extendido.
La reducción del rango de movimiento afecta especialmente a la abducción (separar el brazo del cuerpo) y la rotación. El dolor empeora con movimientos específicos: al elevar el brazo lateralmente, al bajarlo después de elevarlo, o al intentar tocarte la espalda. En casos avanzados, puede desarrollarse una limitación funcional importante conocida como hombro pseudoparalítico, donde el brazo apenas puede moverse sin ayuda.
Chasquidos y crepitación al mover el hombro
Muchas personas experimentan una sensación de crujidos o chasquidos al realizar determinados movimientos del brazo, especialmente al elevarlo o rotarlo. Estos sonidos pueden indicar roce entre estructuras o irregularidades en los tendones, y aunque no siempre se acompañan de dolor intenso, señalan alteración en la mecánica articular normal.
La evolución típica de los síntomas sigue tres fases. En la fase inicial, aparece dolor moderado con movimientos específicos que se alivia con analgésicos de venta libre. En la fase intermedia, el dolor se vuelve persistente en reposo, especialmente nocturno, con debilidad progresiva. Finalmente, en la fase avanzada, puede desarrollarse una limitación funcional importante con incapacidad para realizar tareas básicas.
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¿Qué causa las lesiones del manguito rotador?
Las lesiones del manguito rotador se producen principalmente por degeneración relacionada con la edad, aunque también pueden originarse por movimientos repetitivos, traumatismos agudos o una combinación de factores. La edad es el factor de riesgo más significativo, con una incidencia que aumenta considerablemente después de los 40 años. A partir de esta edad, los tendones pierden elasticidad y capacidad de regeneración, volviéndose más susceptibles a microroturas que se acumulan con el tiempo.
El desgaste natural: la edad como factor principal
A partir de los 40 años, el proceso degenerativo natural de los tendones se acelera notablemente. La prevalencia de estas lesiones es especialmente alta en personas mayores de 50 años, y a los 80 años, la mayoría de los adultos presentan algún tipo de desgarro, aunque muchos son asintomáticos y no requieren tratamiento.
El envejecimiento reduce la capacidad de regeneración del tejido tendinoso por varios motivos: disminuye la producción de colágeno, se reduce la irrigación sanguínea y aumenta la rigidez de las fibras. Este deterioro progresivo hace que los tendones sean menos capaces de soportar las tensiones diarias, incluso en actividades que antes realizabas sin esfuerzo. La buena noticia es que mantener la musculatura del hombro fortalecida puede compensar parcialmente este proceso natural.
Movimientos repetitivos y deportes de riesgo
Ciertos deportes someten al manguito rotador a esfuerzos intensos y repetitivos que aceleran su desgaste. El béisbol, especialmente en lanzadores, genera tensiones extremas por el movimiento repetido por encima de la cabeza a alta velocidad. El tenis castiga el hombro con los golpes de servicio y los smashes. La natación, particularmente los estilos libre y mariposa, implica miles de movimientos cíclicos en cada entrenamiento. El voleibol somete el hombro a impactos repetidos durante los remates.
Las actividades laborales también juegan un papel importante. La carpintería requiere movimientos repetitivos con herramientas por encima de la cabeza. Los pintores mantienen los brazos elevados durante períodos prolongados, día tras día. Los trabajadores de la construcción levantan objetos pesados y trabajan con los brazos elevados constantemente. Incluso trabajos aparentemente menos exigentes, como peluquería o uso intensivo del ordenador, pueden contribuir al problema al mantener el brazo en la misma posición durante largo tiempo. Estos microtraumatismos acumulativos llevan al desgaste progresivo de los tendones.
Traumatismos agudos y lesiones súbitas
Las caídas sobre el brazo extendido representan una de las causas más comunes de desgarros repentinos del tendón, especialmente en personas mayores de 40 años cuyos tendones ya presentan cierto grado de degeneración. Los movimientos bruscos al intentar levantar objetos muy pesados de forma súbita, como atrapar algo que se cae o empujar un mueble, pueden provocar rupturas inmediatas.
Los traumatismos directos por golpes o accidentes que impactan en el hombro también pueden dañar el manguito rotador. Las lesiones agudas suelen producir dolor intenso inmediato y debilidad marcada, permitiendo identificar el momento exacto en que ocurrió el daño, a diferencia de las lesiones crónicas que se desarrollan gradualmente.
Factores de riesgo que debes conocer
Algunos factores relacionados con tu cuerpo aumentan la probabilidad de desarrollar estas lesiones.
- La predisposición genética o los antecedentes familiares de problemas de hombro incrementan el riesgo.
- Las enfermedades crónicas como diabetes, artritis reumatoide o hipercolesterolemia afectan la salud de los tendones y su capacidad de regeneración.
- Las mujeres presenta mayor riesgo en ciertos contextos,
- Los tratamientos oncológicos previos pueden debilitar los tejidos.
Por otro lado, factores relacionados con tu actividad también influyen.
- El déficit de fuerza en el manguito rotador y musculatura escapular deja el hombro vulnerable a lesiones.
- Las alteraciones del rango de movimiento, tanto hipermovilidad como restricción, comprometen la mecánica articular normal.
- El historial de lesiones previas en hombro, codo o extremidades superiores predispone a nuevos problemas.
- Una carga de entrenamiento excesiva, con aumentos superiores al 60% semanal, no da tiempo a los tejidos para adaptarse.
- La mala postura y técnica inadecuada durante el ejercicio genera tensiones anormales que aceleran el deterioro.
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Tipos de lesiones del manguito rotador y cómo diferenciarlas
Las lesiones del manguito rotador se clasifican en tres tipos principales según el mecanismo y la extensión del daño: tendinitis (inflamación del tendón), desgarros (rupturas parciales o completas) y síndrome de pinzamiento subacromial (compresión de los tendones). Cada tipo presenta características específicas y requiere un abordaje diferente. Comprender estas diferencias te ayudará a entender mejor tu diagnóstico y las opciones de tratamiento disponibles.
Tendinitis del manguito rotador
La tendinitis es la inflamación de uno o más tendones del manguito rotador, siendo una de las lesiones más frecuentes. El supraespinoso es el tendón más afectado por su ubicación vulnerable en el estrecho espacio subacromial. Esta condición se asocia generalmente con movimientos repetitivos y posturas forzadas del hombro mantenidas durante períodos prolongados.
Los síntomas iniciales son dolor moderado que empeora con actividades por encima de la cabeza, como alcanzar objetos en estantes altos o practicar deportes de raqueta. La tendinitis puede evolucionar hacia formas más graves si no se trata adecuadamente, progresando desde una inflamación leve hasta un desgarro parcial o completo. El diagnóstico temprano y el tratamiento conservador suelen dar buenos resultados, permitiendo recuperar la función sin necesidad de cirugía en la mayoría de los casos.
Desgarros parciales y completos
Los desgarros parciales implican que la ruptura no atraviesa completamente el grosor del tendón, aunque pueden causar síntomas similares a los desgarros completos. Muchas veces responden bien al tratamiento conservador con fisioterapia y fortalecimiento progresivo, sin necesidad de intervención quirúrgica.
Los desgarros completos significan que la ruptura abarca todo el espesor del tendón. Pueden clasificarse según tamaño: desde tipo punta de alfiler (pequeños) hasta masivos que afectan múltiples tendones. En estos casos, el tendón se desprende de su inserción en el hueso y puede retraerse, alejándose de su punto de anclaje. Este tipo de desgarro no sana por sí solo y frecuentemente requiere cirugía para repararlo.
Además, varios factores influyen en el pronóstico. El tamaño de la lesión determina en gran medida las opciones de tratamiento: las roturas grandes tienen mayor tendencia a progresar y menor capacidad de cicatrización espontánea. El grado de retracción (la distancia entre los extremos del desgarro) afecta las posibilidades de reparación quirúrgica exitosa. La infiltración grasa del músculo, medida mediante resonancia magnética, indica el estado de degeneración muscular y es un factor pronóstico importante. Finalmente, la localización específica importa: el supraespinoso es el más vulnerable por su anatomía y función.
Síndrome de pinzamiento subacromial
El síndrome de pinzamiento subacromial ocurre cuando los tendones del manguito rotador se comprimen entre la cabeza del húmero y el acromion cada vez que elevas el brazo. Esta compresión repetitiva irrita e inflama los tejidos blandos del espacio subacromial.
La condición puede comenzar como una bursitis, la inflamación de la bursa subacromial (una pequeña bolsa llena de líquido que amortigua el roce entre el hueso y los tendones). Si no se trata, puede progresar hacia tendinitis y finalmente rotura completa del manguito. El dolor característico aparece al elevar el brazo en un arco específico de movimiento, típicamente entre los 60 y 120 grados, lo que se conoce como «arco doloroso». Las características del espacio subacromial, como un acromion en forma de gancho o espolones óseos, pueden favorecer el roce y la irritación crónica que perpetúan el problema.
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Cuándo acudir al médico por una lesión del manguito rotador
Debes consultar con un especialista si experimentas dolor de hombro que persiste más de una semana, dolor nocturno que interrumpe tu sueño, debilidad progresiva para levantar el brazo o incapacidad repentina para mover el hombro tras una caída o traumatismo. El diagnóstico temprano y el tratamiento adecuado son fundamentales para prevenir la progresión hacia formas más graves de la enfermedad que podrían requerir cirugía.
Estas son las principales señales de alerta que requieren atención médica:
- Dolor persistente que no mejora con reposo o analgésicos de venta libre tras varios días indica que la lesión va más allá de una simple sobrecarga muscular.
- Dolor nocturno intenso que te despierta por la noche o te impide conciliar el sueño es especialmente significativo, ya que diferencia las lesiones del manguito rotador de otros problemas de hombro.
- Debilidad significativa con dificultad notable para realizar actividades cotidianas como peinarse, vestirse o alcanzar objetos sugiere daño estructural en los tendones.
- Pérdida súbita de función e incapacidad para levantar el brazo inmediatamente después de una caída o lesión puede indicar un desgarro completo que requiere evaluación urgente.
- Empeoramiento progresivo de los síntomas que aumentan en intensidad o frecuencia con el paso de las semanas señala que la lesión está avanzando.
El profesional sanitario realizará un examen físico completo para evaluar el rango de movimiento, la fuerza del brazo y la localización exacta del dolor. Puede solicitar pruebas de imagen como radiografías para descartar espolones óseos o cambios en la posición del hombro, ecografías para visualizar los tejidos blandos en tiempo real, o resonancias magnéticas para evaluar con precisión la extensión de la lesión y el estado de los músculos.
Es importante no demorar la consulta cuando se presentan estos síntomas, ya que el tratamiento temprano puede evitar que lesiones leves evolucionen hacia desgarros completos que requieran intervención quirúrgica. Muchas personas conviven con roturas asintomáticas, pero cuando los síntomas aparecen y afectan la calidad de vida, la evaluación especializada resulta esencial para establecer el mejor plan de tratamiento y recuperar la funcionalidad del hombro.
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