Mover el cuerpo no solo fortalece los músculos: también potencia la mente. Cada vez más estudios lo confirman, pero ahora una investigación de gran envergadura e va un paso más allá. Tras revisar 133 estudios sistemáticos con más de 250.000 participantes, un equipo liderado por la University of South Australia concluye que el ejercicio físico para la salud cognitiva funciona: mejora la función cerebral, la memoria y las habilidades ejecutivas, tanto en personas sanas como en quienes tienen alguna condición clínica.
Y no hace falta entrenar horas ni sufrir para notar el efecto. El estudio muestra que los beneficios aparecen incluso con actividades suaves, como caminar, practicar yoga o jugar con videojuegos activos. Además, el impacto positivo se da en todas las edades, con resultados especialmente notables en niños, adolescentes y personas con TDAH.
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El poder del ejercicio físico para mejorar la función cognitiva
Los resultados del estudio no dejan lugar a dudas: el ejercicio físico para la salud cognitiva mejora tres áreas clave del funcionamiento mental —la cognición general, la memoria y las funciones ejecutivas— en personas de todas las edades y condiciones. Y lo hace con efectos pequeños o moderados, pero consistentes y clínicamente relevantes.
En cifras, los beneficios más amplios se observaron en la cognición general, con una mejora media del 42 %. La memoria mejoró un 26 % y las funciones ejecutivas —esas que nos permiten planificar, concentrarnos y tomar decisiones— un 24 %.
Estos resultados se mantuvieron incluso cuando se excluyeron los estudios de menor calidad metodológica, lo que refuerza la solidez del hallazgo.
Otro punto digno de mención: los beneficios no están reservados a personas en forma o con buena salud. La mejora se ha observado también en personas con enfermedades crónicas, deterioro cognitivo o trastornos como la depresión. Esto convierte al ejercicio en una estrategia inclusiva y accesible para prevenir o retrasar el deterioro mental, sin importar el punto de partida.
¿Y cuánto hay que esperar para notar los efectos? Muy poco. La mayoría de los estudios analizaron intervenciones de entre uno y tres meses, y los beneficios ya eran visibles en ese periodo. Esto sugiere que introducir pequeños cambios —como caminar a diario o apuntarte a una clase de yoga— puede marcar la diferencia mucho antes de lo que imaginas.
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Qué tipo de ejercicio aporta más beneficios según tu edad
No todas las personas responden igual al ejercicio. El estudio revela diferencias importantes según la edad y el estado de salud, lo que permite afinar aún más las recomendaciones.
En niños y adolescentes, el ejercicio físico para la salud cognitiva mostró su mayor efecto en la memoria, con una mejora notable del 85 %. Actividades como juegos de movimiento, artes marciales o deportes en grupo pueden ser clave en esta etapa de desarrollo, donde el cerebro está en plena expansión.
En adultos con TDAH, el impacto más destacado fue en las funciones ejecutivas: mejora de la atención, reducción de la impulsividad y mayor capacidad para organizar y planificar. Aquí, el ejercicio actúa como un modulador natural de funciones que habitualmente se ven comprometidas por el trastorno.
En personas mayores, los beneficios fueron más equilibrados. Aunque las mejoras no fueron tan marcadas como en los grupos anteriores, sí fueron consistentes en todas las áreas cognitivas, lo que lo convierte en una herramienta de gran valor para preservar la autonomía y prevenir el deterioro cognitivo.
Además, los beneficios se mantuvieron estables entre personas sanas y quienes tenían condiciones clínicas como deterioro cognitivo leve, enfermedades neurológicas o trastornos del estado de ánimo. Esto confirma que el ejercicio no es solo prevención, también puede ser parte del tratamiento.
Con estos datos, queda claro que adaptar el tipo de actividad al momento vital de cada persona no solo es útil, también es estratégico para aprovechar al máximo sus beneficios sobre la mente.
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Las actividades que más potencian tu cerebro (y seguro que alguno ni te lo imaginas)
Cuando pensamos en ejercicios que benefician la mente, es fácil imaginar largas sesiones de cardio o rutinas exigentes. Sin embargo, este estudio demuestra que las actividades más efectivas para la salud cognitiva no siempre son las más intensas, sino las que combinan movimiento con estimulación mental.
Los exergames, es decir, videojuegos que requieren moverse (como bailar frente a una pantalla o salir a la calle con Pokémon Go), mostraron los efectos más potentes sobre la cognición general. La clave está en que combinan ejercicio físico con desafíos visuales, memoria y toma de decisiones en tiempo real.
El yoga y el Tai Chi fueron especialmente eficaces para mejorar la memoria. Estas prácticas de bajo impacto mezclan control corporal, respiración consciente y concentración. No solo hacen trabajar el cuerpo, también implican recordar secuencias de movimientos, mantener la atención y conectar mente y cuerpo.
Los ejercicios de baja intensidad con alta implicación mental fueron los más eficaces en general. El esfuerzo físico era menor, pero la estimulación cognitiva estaba muy presente: movimientos complejos, coordinación, secuencias o elementos de juego. Esto plantea una idea interesante: lo que activa la mente no siempre es el sudor, sino el tipo de reto que supone el ejercicio.
Este hallazgo es esperanzador: significa que personas con movilidad reducida, baja forma física o enfermedades crónicas también pueden acceder a estos beneficios a través de actividades accesibles, agradables y mentalmente estimulantes.
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¿Cuánto ejercicio necesitas para notar mejoras mentales?
Una de las grandes ventajas del ejercicio físico para la salud cognitiva es que no hace falta hacer mucho para empezar a notar sus efectos. Según el estudio, las intervenciones más eficaces duraban entre uno y tres meses. No es necesario apuntarse al gimnasio todo el año ni entrenar todos los días para que el cerebro responda.
La duración ideal parece estar en torno a las 8-12 semanas, un periodo en el que ya se detectan cambios medibles en funciones cognitivas clave. Pasado ese tiempo, el efecto no siempre sigue creciendo. De hecho, los programas más largos (más de seis meses) no mostraron mejoras adicionales claras, probablemente por pérdida de motivación o falta de progresión.
Tampoco hay una frecuencia o intensidad mínimas obligatorias. El estudio no encontró diferencias significativas entre quienes se ejercitaban 2 veces por semana y quienes lo hacían más a menudo. Ni siquiera la duración de las sesiones —si eran de 20 o 60 minutos— cambió los resultados de forma clara.
Esto sugiere que la constancia importa más que la cantidad. Y también la variedad. Cambiar de actividad, probar nuevas rutinas o incorporar juegos puede mantener al cerebro estimulado y comprometido, evitando que se acostumbre y reduzca la respuesta.
Por lo tanto, no hace falta entrenar duro ni dedicarle mucho tiempo. Basta con moverse de forma regular, elegir actividades que supongan un reto para la mente y mantener la motivación. El ejercicio, incluso en pequeñas dosis, puede ser un potente aliado para mantener tu cerebro despierto.
Este estudio se publicó en el British Journal of Sports Medicine el 6 de marzo de 2025.
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