¿Sabes cuál es la diferencia entre invalidez absoluta e invalidez total? Es más, ¿tienes ideas de cómo afecta a las coberturas del seguro de vida? Esta distinción no es solo un tecnicismo legal, ya que puede cambiar por completo lo que cobrarías si no pudieras seguir trabajando y lo que tu familia recibiría en caso de necesidad.
Cuando contratas un seguro de vida con cobertura por invalidez, es clave saber qué implica cada uno de estos conceptos. La invalidez total se refiere a no poder seguir con tu profesión habitual. La invalidez absoluta, en cambio, te impide realizar cualquier actividad laboral. Esa diferencia puede suponer miles de euros en indemnizaciones y modificar lo que te cubre la póliza. También influye en el precio que pagas, en el proceso de evaluación médica y en los requisitos legales que debes cumplir.
En PuntoSeguro, como especialistas en seguros de vida, sabemos que las necesidades de protección cambian con el tiempo y que mantener tu póliza al día puede marcar la diferencia en momentos clave. Por eso, en este artículo te explicamos qué cubre cada tipo de invalidez, cómo se contrata, qué condiciones aplican y cómo reclamar una indemnización si llega el momento.
Qué significa invalidez total y absoluta en un seguro de vida
Entender bien la diferencia entre invalidez total y absoluta es esencial para saber qué tipo de protección tienes realmente con tu seguro de vida. Aunque suenen parecidas, sus consecuencias son muy distintas, tanto para el asegurado como para quienes dependen económicamente de él.
La invalidez total se refiere a una incapacidad que te impide continuar con tu profesión habitual de forma permanente, pero no te impide trabajar en otras. Por ejemplo, si eres conductor profesional y sufres una lesión que te impide conducir, pero podrías trabajar como recepcionista o teleoperador, se considera invalidez total. El seguro cubre esa pérdida de capacidad profesional específica y te indemniza por ello.
En cambio, la invalidez absoluta significa que no puedes realizar ninguna actividad laboral remunerada. Da igual el tipo de trabajo o nivel de exigencia: si no puedes ejercer ningún empleo por tus limitaciones físicas, cognitivas o sensoriales, se considera invalidez absoluta. Esta situación suele estar asociada a patologías graves o accidentes con secuelas importantes, y está cubierta por pólizas con cláusulas más específicas.
La evaluación de estos casos la realiza inicialmente el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS), y es su dictamen el que determina si procede activar la cobertura contratada en el seguro de vida.
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Cómo influye esta diferencia en la contratación de tu seguro
Cuando eliges un seguro de vida, no basta con fijarse en el capital asegurado. Uno de los aspectos más relevantes —y menos conocidos— es decidir si quieres incluir una cobertura por invalidez, y en qué condiciones. Aquí es donde entra en juego la diferencia entre invalidez absoluta e invalidez total.
Esta cobertura no siempre viene incluida por defecto. Puedes añadirla como complemento y ajustar la prima en función del tipo de invalidez que quieras cubrir. En general, la invalidez absoluta implica una prima más baja, ya que es menos probable que ocurra. Sin embargo, si se produce, las indemnizaciones suelen ser más elevadas porque la situación es más grave y definitiva.
Por el contrario, la cobertura por invalidez total tiene más probabilidades de activarse, sobre todo en profesiones exigentes a nivel físico o técnico. Esto hace que su coste sea algo más alto. Pero también te da mayor tranquilidad si dependes directamente de tus capacidades profesionales específicas para generar ingresos.
Durante el proceso de contratación, la aseguradora puede pedirte información médica, historial laboral o cuestionarios de salud más detallados. También influye tu edad, profesión y estilo de vida. Es importante que revises bien qué incluye exactamente la póliza, qué exclusiones tiene y qué plazos de carencia se aplican, especialmente si estás valorando coberturas por enfermedad.
⇒Lee esto también: ¿Qué cubre la cobertura de invalidez en los seguros de vida?
Qué pasa cuando necesitas activar la cobertura por invalidez
Si te enfrentas a una situación médica grave que afecta tu capacidad para trabajar, el primer paso es solicitar una evaluación oficial. En España, el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) es quien determina el grado de incapacidad, y ese dictamen es clave para que la aseguradora active la cobertura incluida en tu seguro de vida.
Una vez recibes la resolución del INSS, que puede calificar tu situación como invalidez permanente total o invalidez absoluta, debes notificarlo a tu aseguradora. Es fundamental hacerlo dentro del plazo establecido en tu póliza. Junto con la notificación, tendrás que presentar documentación médica, el informe oficial y cualquier otro documento que justifique tu situación funcional y profesional.
En algunos casos, la aseguradora puede solicitar una segunda evaluación médica por parte de su equipo, para verificar que el grado de invalidez reconocido se ajusta a lo que cubre tu contrato. Este proceso suele estar previsto en las condiciones generales, y no implica desconfianza: es un paso habitual antes de aprobar la indemnización.
Cuanto más clara y completa sea la información aportada, más ágil será la gestión. Por eso es recomendable tener a mano informes médicos recientes, pruebas diagnósticas, el dictamen del INSS y, si aplica, informes laborales o certificados profesionales que acrediten el tipo de trabajo que desempeñabas.
⇒Lee esto también: ¿Qué sucede con las demás coberturas si se cobra la indemnización por invalidez permanente y absoluta en un seguro de vida?
Qué indemnización puedes recibir y cómo se calcula
El importe de la indemnización por invalidez depende directamente del tipo de cobertura que hayas contratado en tu seguro de vida. El capital asegurado suele fijarse en el momento de la contratación y puede configurarse como un pago único o como una renta periódica. En ambos casos, la cantidad se establece en función de si la invalidez reconocida es total o absoluta.
Cuando se trata de invalidez permanente total, la aseguradora indemniza al asegurado por no poder seguir desempeñando su profesión habitual. El capital pactado suele ser menor que en el caso de invalidez absoluta, ya que se considera que la persona todavía puede trabajar en otros sectores y generar ingresos, aunque sea en un ámbito distinto.
En cambio, con la invalidez absoluta, el asegurado no puede realizar ninguna actividad laboral. En estos casos, el seguro paga la totalidad del capital contratado, dado que la pérdida de autonomía económica es total. Este tipo de cobertura también suele contemplar la posibilidad de anticipar el capital en vida, lo que permite afrontar gastos médicos, adaptar la vivienda o contratar asistencia personal.
El cálculo de la indemnización también puede verse afectado por aspectos fiscales. En determinadas situaciones, y especialmente si se trata de seguros contratados por autónomos o mutualistas, las prestaciones pueden estar exentas de tributación o contar con beneficios fiscales. Es recomendable consultar con una persona experta en fiscalidad para saber exactamente cómo declarar esa cantidad.
⇒Lee esto también: Qué hacer si la aseguradora se niega a pagar la indemnización por incapacidad en los seguros de vida
Exclusiones, carencias y fiscalidad en seguros con cobertura de invalidez
No todas las situaciones están cubiertas por un seguro con invalidez, y entender los límites es tan importante como conocer las coberturas. Las exclusiones y los períodos de carencia pueden hacer que, llegado el momento, no tengas derecho a la indemnización si no los has tenido en cuenta al contratar.
Entre las exclusiones más habituales están las enfermedades o lesiones anteriores a la firma del seguro, los actos voluntarios como el suicidio (en los primeros años), los siniestros derivados de consumo de drogas o alcohol, y las patologías no declaradas que afectan al riesgo. Tampoco suele cubrirse la invalidez derivada de actividades peligrosas si no se han notificado.
En cuanto a las carencias, los seguros de vida con cobertura de invalidez suelen ofrecer protección inmediata para accidentes, pero establecen un plazo —normalmente de 6 a 12 meses— antes de cubrir enfermedades. Es decir, si la invalidez es consecuencia de una enfermedad diagnosticada dentro de ese plazo, la aseguradora podría no hacerse cargo.
Desde el punto de vista fiscal, hay aspectos interesantes: si eres autónomo y cotizas por mutua como alternativa al RETA, la cuota del seguro puede considerarse gasto deducible. Además, en ciertos casos, las prestaciones por invalidez —sobre todo si son por incapacidad absoluta— pueden estar exentas de IRPF. Para beneficiarte de estos incentivos, es fundamental que el seguro esté correctamente configurado y que se justifique su vinculación con la actividad profesional.
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