Y vamos con otro de los muchos beneficios de hacer ejercicio, esta vez, relacionado con los tratamientos contra el cáncer. En esta ocasión, vamos a hablar de por qué hacer ejercicio durante la quimioterapia puede prevenir el daño nervioso, según un estudio realizado por científicos de la Universidad de Basilea.
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Hacer ejercicio durante la quimioterapia puede ser una gran idea
La neuropatía periférica inducida por quimioterapia (CIPN, por sus siglas en inglés) es una de las complicaciones más debilitantes que pueden experimentar los pacientes sometidos a tratamientos contra el cáncer. Esta condición afecta a un alto porcentaje de quienes reciben quimioterapia, provocando síntomas como dolor, problemas de equilibrio y sensaciones desagradables de entumecimiento, ardor o cosquilleo. En muchos casos, estos síntomas pueden volverse crónicos, impactando negativamente la calidad de vida incluso después de finalizar el tratamiento.
Ante la ineficacia de los medicamentos tradicionales para prevenir o revertir este daño nervioso, un equipo de investigadores ha encontrado una solución prometedora: el ejercicio durante la quimioterapia. A través de estudios rigurosos, este equipo ha demostrado que la inclusión de ejercicios simples y específicos durante el tratamiento puede prevenir la neuropatía en una proporción significativa de pacientes.
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¿Qué es la neuropatía periférica inducida por quimioterapia (CIPN)?
La neuropatía periférica inducida por quimioterapia, conocida como CIPN, es un problema de salud que surge como efecto secundario del tratamiento con ciertos medicamentos quimioterápicos. Este tipo de neuropatía afecta principalmente los nervios periféricos, que son los encargados de transmitir señales entre el sistema nervioso central y el resto del cuerpo.
Los síntomas de la CIPN pueden variar en intensidad y duración. Los pacientes suelen reportar sensaciones de entumecimiento, hormigueo, ardor y dolor en las extremidades, además de problemas de coordinación y equilibrio. Estos síntomas pueden ser transitorios, desapareciendo al finalizar el tratamiento, pero en aproximadamente el 50% de los casos se vuelven crónicos, persistiendo durante meses o incluso años.
La cuestión es que la CIPN no solo provoca molestias físicas, sino que también tiene un impacto significativo en la calidad de vida de los pacientes. Las dificultades para caminar, realizar tareas cotidianas y mantener el equilibrio pueden limitar la independencia de los pacientes, afectando su bienestar emocional y psicológico. Este impacto es tan severo que puede llevar a la reducción de las dosis de quimioterapia o incluso a la interrupción del tratamiento, comprometiendo así la eficacia del combate contra el cáncer.
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Importancia de la calidad de vida en pacientes con cáncer
En la actualidad, el enfoque del tratamiento del cáncer no se centra únicamente en la supervivencia, sino también en mejorar la calidad de vida de los pacientes. Con los avances en las terapias oncológicas, cada vez es más importante considerar los efectos a largo plazo de los tratamientos y buscar maneras de minimizar sus impactos negativos.
De ahí la importancia de esta investigación, que demostrado que el ejercicio durante la quimioterapia puede ser una solución eficaz para prevenir la CIPN. A través de un estudio riguroso, se ha observado que ciertos tipos de ejercicios pueden reducir significativamente la incidencia de esta neuropatía, mejorando así la calidad de vida de los pacientes y permitiéndoles continuar con sus tratamientos sin interrupciones.
El impacto del ejercicio físico en la prevención de CIPN durante la quimioterapia
El estudio realizado por la Universidad de Basilea, en colaboración con la German Sport University Cologne, ha arrojado resultados prometedores sobre la efectividad del ejercicio durante la quimioterapia para prevenir la neuropatía periférica inducida por quimioterapia (CIPN). Este estudio ha sido pionero en demostrar que una intervención simple y accesible puede tener un impacto significativo en la calidad de vida de los pacientes oncológicos.
El equipo de investigación, liderado por la doctora Fiona Streckmann, diseñó un estudio que involucró a 158 pacientes de cáncer, tanto hombres como mujeres, que estaban recibiendo tratamiento con oxaliplatino o vinca-alkaloides. Estos pacientes fueron divididos aleatoriamente en tres grupos: un grupo de control que recibió la atención estándar y dos grupos de intervención que realizaron sesiones de ejercicio dos veces por semana durante la duración de su quimioterapia.
Los resultados del estudio mostraron que los pacientes que hicieron ejercicios presentaron una incidencia significativamente menor de CIPN en comparación con el grupo de control. En concreto, se observó que la realización de ejercicios redujo la incidencia de neuropatía en un 50 a 70 %. Estos hallazgos son cruciales, ya que demuestran que el ejercicio físico durante la quimioterapia no solo es efectivo, sino también una intervención viable y de bajo costo.
Los dos tipos de ejercicios utilizados en el estudio fueron el entrenamiento de equilibrio en superficies inestables y el uso de una placa vibratoria. Ambos tipos de ejercicios mostraron beneficios significativos, pero el grupo que realizó ejercicios de equilibrio tuvo los mejores resultados, especialmente entre los pacientes tratados con vinca-alkaloides. Estos ejercicios no solo ayudaron a prevenir la neuropatía, sino que también mejoraron la calidad de vida percibida por los pacientes, permitiéndoles mantener sus dosis de quimioterapia y reduciendo la mortalidad en los cinco años siguientes al tratamiento.
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Beneficios adicionales del ejercicio durante la quimioterapia
El ejercicio durante la quimioterapia no solo ha demostrado ser eficaz en la prevención de la neuropatía periférica inducida por quimioterapia (CIPN), sino que también ofrece una serie de beneficios adicionales que mejoran la calidad de vida de los pacientes y optimizan los resultados del tratamiento oncológico.
Mejora de la calidad de vida
La inclusión de ejercicios físicos en el régimen de tratamiento de los pacientes oncológicos ha mostrado una mejora importante en su calidad de vida. Los pacientes que participaron en el estudio reportaron menos síntomas de neuropatía, mejor función física y una mayor capacidad para llevar a cabo actividades cotidianas. Esto no solo les permitió llevar una vida más plena durante el tratamiento, sino que también tuvo un impacto positivo en su bienestar emocional y psicológico.
Reducción de la necesidad de reducir dosis de medicamentos
Uno de los mayores desafíos en la administración de la quimioterapia es la necesidad de ajustar las dosis debido a los efectos secundarios severos, como la CIPN. Sin embargo, el estudio de Streckmann mostró que los pacientes que llevaron a cabo ejercicios pudieron mantener sus dosis completas de quimioterapia sin necesidad de reducción. Esto es crucial, ya que recibir la dosis completa del tratamiento puede aumentar la eficacia de la quimioterapia y mejorar las tasas de supervivencia.
Disminución de la mortalidad post-quimioterapia
Otro hallazgo significativo del estudio fue la reducción de la mortalidad en los pacientes que hicieron ejercicios durante su tratamiento de quimioterapia. Los datos mostraron que estos pacientes tenían una menor tasa de mortalidad en los cinco años posteriores al tratamiento en comparación con aquellos que no hicieron ejercicios. Este beneficio adicional subraya la importancia del ejercicio físico no solo como una herramienta preventiva, sino también como un componente esencial en la mejora de los resultados a largo plazo en el tratamiento del cáncer.
Aumento del bienestar general
Además de los beneficios específicos relacionados con la neuropatía y la quimioterapia, el ejercicio físico contribuye al bienestar general de los pacientes. La actividad física regular ayuda a mantener la fuerza muscular, la flexibilidad y la salud cardiovascular. También puede reducir la fatiga, mejorar el estado de ánimo y aumentar los niveles de energía, lo que es especialmente beneficioso para los pacientes que enfrentan el riguroso proceso de tratamiento del cáncer.
El estudio se publicó el 1 de julio de 2024 en la revista JAMA Internal Medicine.
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