Moverse a diario es uno de los pilares más importantes del envejecimiento saludable. Pero no solo importa cuánto nos movemos. También importa cuándo y con qué regularidad lo hacemos. Así lo sugiere un estudio de la University of Florida, que ha encontrado una relación clara entre la actividad física regular en mayores y una mejor salud cardiovascular y eficiencia al caminar.

El estudio, publicado en la revista Medicine & Science in Sports & Exercise, analizó los hábitos de movimiento de más de 800 personas mayores de 70 años. Todas llevaban una vida independiente y activa. Durante una semana, los investigadores monitorizaron su actividad mediante pulseras de seguimiento y posteriormente evaluaron su capacidad cardiopulmonar con pruebas de esfuerzo.

El resultado no deja duda: quienes mantenían una rutina constante y eran más activos a primera hora del día tenían mejores valores de resistencia, respiración y marcha. Es decir, su cuerpo respondía mejor al movimiento. Y lo más interesante es que esto no dependía de si hacían deporte formal o no. Contaba cualquier tipo de movimiento: caminar, limpiar, hacer la compra, regar las plantas…

Este hallazgo pone sobre la mesa un enfoque nuevo y accesible: la actividad física regular en mayores, si se realiza a horas similares cada día, puede mejorar la salud de forma tangible. Veamos por qué.

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¿Por qué la regularidad en el movimiento mejora la salud cardiovascular en mayores?

Moverse a diario es uno de los pilares más importantes del envejecimiento saludable. Pero no solo importa cuánto nos movemos, sino también cuándo y con qué regularidad lo hacemos. Así lo confirma un estudio de la University of Florida, que ha encontrado una relación clara entre la actividad física estructurada en mayores y una mejor salud cardiovascular y eficiencia al caminar.

Qué observó el estudio

El estudio, publicado en la revista Medicine & Science in Sports & Exercise, analizó los hábitos de movimiento de más de 800 personas mayores de 70 años que llevaban una vida independiente y activa. Durante una semana, llevaron pulseras de seguimiento para monitorizar su actividad, y después se sometieron a pruebas de esfuerzo para evaluar su capacidad cardiopulmonar y eficiencia al caminar.

El resultado fue claro: las personas con una rutina más constante y que eran activas a primera hora del día obtenían mejores valores de resistencia, respiración y marcha. Lo más interesante es que esto no dependía de practicar deporte formal. Cualquier tipo de movimiento contaba: caminar, hacer la compra, limpiar, regar las plantas…

Cómo influye la constancia en los ritmos circadianos

Los datos mostraron que las personas con horarios de actividad regulares presentaban mejores resultados de salud. Además, cuanto mayor era la diferencia entre sus momentos activos y de descanso, mejor respondía su cuerpo al esfuerzo físico.

Esto se explica por los ritmos circadianos, el reloj interno que regula funciones como la temperatura corporal, la presión arterial o la liberación de hormonas. Cuando el cuerpo se acostumbra a ciertos horarios de actividad, aprovecha mejor la energía disponible y se recupera con mayor eficacia. La constancia —más que la intensidad— parece ser el factor clave para mejorar la forma física en personas mayores.

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¿Qué impacto tiene la hora del día en los beneficios del movimiento?

Además de la regularidad, el estudio identificó otro patrón interesante: las personas que eran más activas por la mañana mostraban mejores niveles de forma física y mayor eficiencia al caminar. Esto sugiere que el momento del día en que nos movemos también importa.

Por qué moverse por la mañana puede ser más eficaz

Los investigadores analizaron el pico de actividad de cada participante, es decir, la franja horaria en la que realizaban más movimiento. Quienes alcanzaban ese pico durante las primeras horas del día presentaban mejores indicadores de salud cardiopulmonar y rendimiento al caminar.

Este efecto podría estar relacionado con el funcionamiento de nuestros ritmos circadianos. Estos ritmos regulan procesos esenciales como la temperatura corporal, la presión arterial o la liberación de hormonas. Cuando nos movemos en sintonía con ese reloj interno, el cuerpo responde de forma más eficiente, incluso si se trata de actividades cotidianas.

Qué papel juega el cronotipo en la actividad física

Eso sí, no todas las personas funcionan igual. Algunas son más activas por la mañana (los llamados “alondras”) y otras, por la tarde o noche (“búhos”). Este cronotipo personal influye en cómo nos sentimos a distintas horas del día y también puede afectar la respuesta del cuerpo al ejercicio.

Por eso, lo más importante es respetar nuestro ritmo biológico. Aunque el estudio sugiere beneficios asociados a la actividad matinal, la clave sigue siendo la constancia. Sea cual sea la hora elegida, moverse cada día y hacerlo a una hora similar puede marcar una gran diferencia.

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Cómo integrar el movimiento regular en la rutina de las personas mayores

La buena noticia es que aplicar estos hallazgos no requiere entrenamientos intensos ni gimnasio. Basta con incorporar actividad física ligera y regular a una hora similar cada día. La constancia y la integración del movimiento en la rutina son las claves.

Actividades cotidianas que cuentan como ejercicio

Caminar por el barrio, subir escaleras, hacer la compra andando o cuidar el jardín pueden ser suficientes. Incluso tareas domésticas como limpiar o hacer la cama también suman. Lo importante es que estas actividades se repitan con cierta regularidad y formen parte del día a día.

Todo lo que implique movimiento cuenta, siempre que se haga de forma constante.

La importancia de establecer una franja horaria

Marcar una hora fija para moverse —por ejemplo, de 10 a 11 de la mañana— puede ayudar al cuerpo a anticiparse y activarse. El organismo agradece la previsibilidad, y cuanto más estable sea el horario, más fácil será mantener el hábito y más beneficios se obtendrán.

Adaptar la rutina al ritmo biológico propio

No existe una única receta para todos. Algunas personas se sienten con más energía por la tarde, otras por la mañana. Por eso, respetar el propio cronotipo es esencial. Si uno se siente mejor en un horario determinado, puede adaptar su rutina a ese momento.

Además, consultar con un profesional sanitario puede ser útil para diseñar una rutina adaptada a la edad, la condición física y el estilo de vida. Pequeños cambios sostenidos en el tiempo pueden tener un gran impacto en la salud.

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Conclusión: la constancia importa más que la intensidad

El estudio de la University of Florida no propone fórmulas complicadas ni exige grandes esfuerzos. Lo que demuestra es que mantener una rutina de movimiento diario, en un horario regular, tiene efectos reales y medibles en la salud de las personas mayores.

No se trata de hacer más, sino de hacerlo con constancia. Y si además respetamos el ritmo natural de nuestro cuerpo, ese esfuerzo cotidiano —por pequeño que parezca— se convierte en una herramienta poderosa para envejecer con más energía, autonomía y bienestar.

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